¿Cómo combatir la ansiedad?¿Cómo controlar esa sensación de angustia? ¿Cuándo es necesario recurrir a un profesional?
Estas y otras preguntas suelen rondar la mente de la persona que sufre ansiedad, sobre todo porque resulta difícil establecer una línea divisoria entre el nerviosismo normal y un trastorno de ansiedad.
¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es un mecanismo adaptativo natural que nos prepara para enfrentarnos a un peligro o amenaza. En realidad, un cierto grado de ansiedad proporciona un componente adecuado de precaución en situaciones especialmente peligrosas.
Sin embargo, la ansiedad intensa y prolongada es un trastorno que puede interferir en sus relaciones y actividades cotidianas. El problema llega cuando las reacciones son demasiado intensas, muy frecuentes o se ajustan poco a la realidad de la situación. Cuando se produce un gran malestar, con síntomas físicos y psicológicos significativos y recurrentes, se considera patológica.
Síntomas de la ansiedad
Los síntomas de la ansiedad difieren de las sensaciones que experimentamos cuando estamos nerviosos o inquietos porque son desproporcionados y no se ajustan a la intensidad del estímulo que los provoca.
Se trata de reacciones que escapan al control de la persona y que tienen un carácter recurrente, llegando a provocar un gran malestar e interfiriendo negativamente en sus diferentes esferas de actuación. Por eso, si tienes algunos de los siguientes síntomas, es hora de buscar ayuda:
Somáticos o físicos:
Mareos, sudoración excesiva, taquicardia, palpitaciones, sensación de ahogo, temblores, rigidez o debilidad muscular, insomnio, náuseas, problemas gastrointestinales, rigidez muscular, hormigueo, cansancio y dolor de cabeza tensional.Cognitivos o psicológicos:
Ideas obsesivas, pensamientos negativos o catastróficos, problemas de memoria, dificultades para concentrarse, preocupación excesiva, sensación de confusión, percepción de peligro o amenaza, pensamiento acelerado y problemas para tomar decisiones, despersonalización, desrealización, temor, miedo a morirse a volverse loco o a perder el control, susceptibilidad, problemas de concentración y de memoria.Conductuales:
Hiperactividad motora, bloqueos, impulsividad, deseo de escapar o huir de ciertas situaciones, estado de alerta permanente y dificultad para permanecer tranquilo en el mismo lugar.Emocionales:
Angustia, miedo, sensación de falta de control, irascibilidad, inseguridad, sensación de extrañeza y/o vacío, incertidumbre, agobio e inquietud.Sociales:
Incomunicación, verborrea, quedarse en blanco, impulsividad o temor ante los conflictos interpersonales y dificultades para expresar sus opiniones y hacer valer sus derechos ante los demás, aislamiento social.Cada persona puede presentar unos síntomas concretos diferentes a los de otra persona, dependiendo de su vulnerabilidad y predisposición genética y psicológica y sus experiencias vitales.Causas de la ansiedad
Es difícil diferenciar la ansiedad del miedo, ya que las reacciones fisiológicas son prácticamente las mismas, y en numerosas ocasiones se solapan las dos sensaciones. Podemos considerar que en el miedo “normal”, la causa es, en general, conocida y la respuesta es adecuada a esta causa, mientras que en la ansiedad la respuesta es más exagerada y las causas no siempre son conocidas de antemano.
La mayoría de las personas que sufren de ansiedad reconocen que su miedo es “irracional”, pero no pueden evitar sentirse de ese modo. Esto sucede porque el miedo y la ansiedad son emociones, y no están producidas por su mente consciente o racional, sino por su subconsciente. Esas sensaciones se originan en la parte más antigua del cerebro y escapan al control de la corteza prefrontal.
A nivel consciente, los síntomas de la ansiedad o el miedo nos pueden parecer sumamente desagradables y, por tanto, los rechazamos. Algo muy distinto ocurre a nivel inconsciente, ya que la función prioritaria de esta parte es garantizar nuestra supervivencia y, por tanto, se activa ante el menor signo de peligro.
De hecho,hace miles de años, el miedo y la ansiedad eran una respuesta adaptativa a las amenazas que se le presentaban al ser humano, como en el caso de los depredadores o las luchas cuerpo a cuerpo. Sin embargo, hoy en día los peligros que encontramos no suelen demandar una respuesta física, por lo que toda esa descarga de adrenalina que nos prepara para huir o luchar, no resulta del todo eficaz.
En este punto, el miedo y la ansiedad dejan de ser mecanismos de protección y alerta ante un peligro, pierden su valor adaptativo y se activan innecesariamente.
Además, aunque la respuesta se produzca ante un estímulo que no es objetivamente peligroso, el cerebro de la persona que sufre ansiedad sí lo percibe como amenazante, por lo que se defiende activando ese mecanismo ancestral de lucha o huida que hoy llamamos ansiedad.
Por supuesto, también existen algunos factores que aumentan el riesgo de padecer un trastorno de ansiedad:
Temperamentales:
Se ha apreciado que las personas demasiado tímidas y miedosas, aquellas que adoptan una actitud pesimista y las que tienen una baja tolerancia a la incertidumbre, son más propensas a desarrollar un trastorno de ansiedad.Genéticos:
Aunque no se puede afirmar que exista un único gen que cause la ansiedad, se ha apreciado que este trastorno tiene un componente hereditario ya que las personas que tienen algún familiar que padece ansiedad, tienen un 38% más de probabilidades de desarrollar este trastorno.Las mujeres presentan un riesgo dos veces superior al de los hombres de padecer un trastorno de ansiedad.
Consecuencias de sufrir un trastorno de ansiedad
Cuando el nivel de ansiedad es moderado, la persona puede funcionar socialmente, pero cuando el trastorno de ansiedad no se diagnostica ni se trata, con el paso del tiempo el problema suele empeorar, haciendo que la persona asuma una serie de comportamientos extremos cuyo objetivo es garantizar su “seguridad”. Por eso, no es extraño que lleguen a evitar salir de casa y que rechacen el contacto social, aislándose cada vez más. Obviamente, de esta forma se ve afectada profundamente su vida familiar, social y laboral. En los casos más graves, incluso aparecen dificultades para realizar las actividades más sencillas, como salir a hacer la compra.
Además, los síntomas de la ansiedad pueden agravarse y derivar en distintos trastornos. La mayoría de ellos se agrupan en torno a un miedo, temor o ansiedad excesivos:
- Trastorno obsesivo compulsivo (TOC)
- Agorafobia
- Ansiedad generalizada
- Trastorno de pánico (ataques de ansiedad o crisis de angustia)
- Estrés
- Hipocondría (miedo a padecer una enfermedad)
- Trastorno dismórfico corporal (preocupación excesiva por los defectos físicos).
- Bloqueo mental
- Más allá de estos trastornos, la persona que sufre ansiedad también es más propensa a desarrollar un cuadro depresivo. Depresión y ansiedad van muchas veces de la mano. Como resultado, no es inusual que la persona con ansiedad también experimente:
- Inseguridad y pérdida de la confianza en sí mismo.
- Sentimientos de inadecuación e inferioridad.
- Problemas de salud con componente psicosomático, como la úlcera gastroduodenal, la psoriasis, el eccema, la hipertensión o la migraña.
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Tratamiento para superar la ansiedad:
Desde Psicoayuda utilizamos técnicas propias de la terapia cognitiva, un tratamiento para la ansiedad que ha demostrado su eficacia a lo largo de los años, tanto a medio como a largo plazo. De esta forma, le ofrecemos a la persona diferentes herramientas que le permitan combatir la ansiedad y manejar el estrés.
Gracias a la terapia, conseguirás:
- Aprender a controlar tu ansiedad, sin que esta te desborde.
- Identificar qué estímulos activan la respuesta ansiógena y por qué.
- Establecer una comunicación con el inconsciente, con el objetivo de darle mensajes nuevos que regulen los mecanismos de protección de una forma más saludable, de forma que la respuesta de ansiedad solo se active cuando realmente sea necesario, porque hay un peligro real.
- Cambiar las memorias emocionales asociadas al miedo y/o la ansiedad.
- Modificar pensamientos o creencias disfuncionales que aumentan el nivel de ansiedad.
- Aumentar tu confianza, autoestima y autonomía.